Una foto mía de chico


En la alacena, pegada con cinta de papel hay una foto mía de chiquito, con peluca, vincha, lentes negros y una guitarrita.
A la foto la escondí hace casi diez años, pensando que yo era algo mucho peor, que era el humo y la niebla.

Hay veces que descansa, hay semanas enteras. El sol y mi nombre, el silencio.
En mi cuarto no hay plantas y afuera una selva. Una casa, en una casa.
Detrás de una cortina, en el ángulo que une el techo y la pared de mi cuarto vive un caracol pequeño. Es creo, él, un vaso de agua cargado de burbujas. En mi casa en invierno hace más frío que en ningún otro lugar donde haya vivido. Somos dos, acurrucados bajo las frazadas, comunicándonos con ceros y unos. Yo, con los cuernos al aire transmito y él en silencio. Le canto y lo invito a recorrer mi cuarto, él en su rincón guarda burbujitas. Lo amenazo con sal y no me tiene miedo. Me burlo de su soledad y me mata con la indiferencia.

Hace poco la saqué del cajón y descubrí que ese era, con la peluca, la vincha, los lentes, la guitarrita, el humo y la niebla.

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