Sobre el vidrio del mp3 dejaste caer una lágrima de jugo de uva
plugin del agua.
Y mientras subías más el volumen
para no ver la calle entendiste
que es el siglo veintiuno.
Ahora es el futuro
que funciona
a base de snacks y ondas invisibles.
Entregamos de todo
para que nos prohiban cuatro o cinco giladas
para que las rompamos y así sentir
un vértigo de síntesis
de fronteras bien definidas,
de ganas de correr,
pero NUNCA de revolución.
Todo es parte de un plugin, todo está sintetizado, todo reducido a una gama de colores reproducible en tu monitor, a una gama de sonidos reproducibles mas o menos en tu ipod, en unas papitas midi de pollo y limón, con hierbas, a unos perfumes que no pueden esconder su amistad con el petróleo. Y entretanto ahí vamos medio cedados, como vacas en el campo que miran por el alambrado los autos que pasan.
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